Félix Ortiz y San Pelayoren 'Episodio de un Bascongado' (Euskal-Erria 1884ko urtarrila)

Félix Ortiz y San Pelayo –

Iparragirrek gaztea zela Europan zehar egin zituen ibiliak jartzen ditu bere lumaren jomugan Ortiz y San Pelayok. Abizen arranditsuaren atzean musikari azpeitiarrarekin egin dugu topo, musikari ikasketak Madrilen eta Parisen osatu ondoren, Buenos Airesera emigratu eta bertako jesuiten eskolan musikologiako irakasle izandakoarekin. Hainbat pieza konposatu zituen, zarzuela orkestra baten zuzendaria ere izan zen, eta berea da Pedro Mari Otañok idatzitako Artzai mutilla (1900) operaren musika. Idaztea ere atsegin zuen, Euskal-Erria aldizkariko kolaboratzaile joria izan zen eta pare bat liburu argitaratu zituen euskal gaien inguruan.

 

Félix Ortiz y San Pelayo

Suitzan kokatzen da kontakizuna, Bernako kantonamenduko baso batean, eta idazkera ezin hanpatuago batekin deskribatzen da urretxuarra nola ari den naturak bakarrik inguraturik arbolape batean eseri eta kantuan.

“Era necesario seguirle en su indeterminado rumbo para verle, á veces agobiado, no por el peso de su guitarra que esta jamás le cansaba; sino por el mucho camino que recorria, sentarse al pié de un árbol de robusto tronco y sobre cuyas salientes raices encontraba dulce albergue cobijado por la ancha copa que solo permitia en su artística construccion el paso de algunos timidos rayos del sol para que al chocar con las gotas de sudor que pausadamente caian de su frente, brilláran como perlas que engalanan las musas que tanto lo secundaron, sacar de su zurron el pan y queso que alguna alma (tal vez más curiosa de oir su melódico cantar, que inspirada por la caridad) habia puesto en sus manos.

(…) veia en aquel árbol de labiada hoja, de robusto tronco y de raices que siglos y siglos atrás se habían abrazado en las entrañas de la tierra, el símbolo de otro árbol inmortal, y creía estar leyendo en aquellas hojas todas las leyes del Fuero (…) exclamando cuando en esta contemplación lo ahogaba el gozo ¡¡qué hermosas sois!! ¡¡que hermosas!! (…) escribió en una de las raices el nombre de Guipúzcoa; en otra Vizcaya, Alava en la otra, y la hermana Navarra en la cuarta.

Agarra su guitarra, no recuerdo si la afinó o su inspiración no le permitió pararse en semejante nimiedad (…) El árbol que con inmovil atención habia escuchado tan agradables rimas, empezó á sacudir una hoja con la otra, agitadas por el viento al que dieron paso las avecillas que empezaron á trinar, aplaudiendo de esa manera al joven desterrado que con tanto cariño recordaba su pátria amada (…) Levantóse el poeta-cantor á saludar á sus agradecidos oyentes cual si se hallara en un teatro. Y ¡qué alegre sonrisa dirigió á la naturaleza al ver que tan benévola y cariñosa daba el parabien á un alma solitaria que desde luego aceptaba por amigos cuantos Natura en su prodigalidad complaciente le brindaba!”

Félix Ortiz y San Pelayo  
Félix Ortiz y San Pelayo