[PERLAK] Bilintx: mitoaren lehen zirriborroa

mitoaren lehen zirriborroa –

Testua: Antxoka Agirre
Ilustrazioak: Txema Gartzia

 

Berezkoa zitzaion bertsolariari zorte txarra. Umetan leihotik behera erori eta aurpegia desitxuratua gelditu zitzaion, gaztetan zezen batek herren utzi zuen… Egun hartakoak, ordea, marka guztiak hautsi zituen. Zavalak eskaintzen ditu xehetasun guztiak: “Bilintxen billobak esan zigutenez, onela gertatu omen zan: Bilintxek traje berria zuan egun artan, eta galtzak jazten orduantxe asia omen zan. Une artantxe kanpai-otsa entzun zan. Entzun bezin laster, andrea eta aurrak beera abiatu ziran korrika, granada erori bitartean ezkatzeraiño jexteko astia izaten zan eta. Bilintx, ordea, esan bezela galtzak aldatzen asia, eta etzuan iges egiterik izan (…) Granada etzan zuzenean etorri. Leenengo beste etxe bat jo zuan, eta rebotean Bilintxen gelara leiotik sartu”. (1993: 79)

Zorte txarrekoa bezain pertsonaia maitatua behar zuen bertsolariak eta bazituen egunkarietan berari buruz idaztera animatu ziren lagun ilustreak ere. Serafin Baroja idazleak, esaterako, donostiarraren bertsoetan jarri nahi izan zuen fokua El Tiempo egunkari madrildarrean (1876/01/24):

Gracias al álbum publicado por el Sr. Santestéban no se perderán en el olvido algunas de sus bellísimas producciones. En cambio otras muchas, de indiscutible mérito, solo conocidas de algunos íntimos amigos suyos, se hallarán posiblemente recluidas en un rincon de su memoria.

Manuel Curros Enriquez poeta, literatura galiziarraren garai hartako pizkundearen (Rexurdimento) eragile nagusia, bisitan joan zitzaion (gerra kazetari zebilen inguruotan eta lagun egin ziren) eta urtarrilaren 26ko El Imparcial-en, egunkari garrantzitsua baita, bere mina kontatu nahi izan zuen:

(…) anoche mismo, yo, que conocía al nobilísimo Vilinch por varios de sus cantares y por referencias de las personas más ilustradas de esta capital, acompañado de su buen amigo D. Cirilo Latierro, fui a su casa, calle del Puerto, núm 5, y lo que entonces senti aún lo recuerdo ahora con dolor.

Hurrengo testua Antonio Peña y Goñi musikari eta kritikari donostiarrak eskaini zion, El Imparcial-en baita ere, urtarrilaren 31n, Curros Enriquezek berean egin zion eskariari erantzunez. Eta testu horretan gorputza hartzen hasi berria zen Bilintxen mitoaren zirriborroa zuen Peña y Goñik[1]: zoritxarrak markatutako bizitza tragikoa, poetak barre eginez eta barre eginaraziz aurre egin ziona, baina begiradan tristura arrastoa utzi ziona. Testu polita da eta oso konpletoa, mitoa zirriborratu ez ezik nola gorpuzten ari den erakusten duena: tragediak prentsaren arreta nola piztu duen eta prentsak bertsolariaren oihartzuna nola biderkatu duen kontatzen du.

 

Mitoaren lehen zirriborroa
Antonio Peña Goñi (1846-1896)

 

 

Vilinch, Antonio Peña y Goñi, El Imparcial. 1876ko urtarrilaren 31n.

 

Acabo de leer con profundísima emocion la bellísima correspondencia que el Sr. Curros ha remitido desde la capital de Guipúzcoa a El Imparcial; he leido los sentidos y elocuentes acentos que la infausta suerte de un poeta vascongado ha arrancado al corazon de artista del activo é inteligente corresponsal (…) ¡Triste deber el que la amabilidad y el excesivo cariño de Curros me imponen! Depositar una flor sobre esa tumba ¡que va a abrirse! tales son las palabras de Curros, cuya desgarradora elocuencia me hace extremecer.

¡Una flor! ¿Y qué flor puede ofrecer, quien como yo conserva acaso algunas mústias y deshojadas merced a ese invernadero santo que tiene por nombre amistad?

(…) Indalecio Bizcarrondo nació en San Sebastián. ¿Cuándo? No lo sé a punto fijo. Es joven.

¿Mostró en sus primeros años esos destellos consagrados que con irritante prodigalidad se atribuyen hoy á cuantos séres se apartan de la esfera común? Probablemente no.

Nació sencillamente para ser desgraciado, y morirá desgraciado sencillamente (…) Caer desde un tercero y desfigurarse horriblemente el semblante; tener taladrado un muslo por el asta de un cornúpedo; ahorrar 8.000 pts á fuerza de trabajos sin cuento, para serlos arrebatados, robados por una mano infame; disponerse á estrenar un traje el día de San Sebastian y tener las dos piernas destrozadas por una granada: hé aquí á Indalecio Bizcarrondo; este es el hombre.

Cantar sin esfuerzo alguno, inconscientemente quizá; cantar como canta el ave en la enramada, por un acto espontáneo, por una necesidad de la naturaleza; cantar así para consolar sus dolores, tal vez para olvidarlos: hé aquí a Vilinch; este es el poeta.

Si Indalecio muere, el hombre habrá tenido un fín digno del sino fatal que presidió toda su existencia. Si vive, su dulce y cristiana resignación le impedirá ahorcarse cualquier día por el barrote de una venta, en una calle oscura, como Gérard de Nerval.

En cuanto al poeta, ya es otra cosa. ¡Horribles compensaciones de la Providencia! Si Vilinch no hubiera sido mortalmente herido por una granada carlista, habríase deslizado su existencia tranquila y sosegada. Querido por todos los amigos, admirado por sus paisanos todos, pero admirado en cariñosa intimidad, sin ruido, ni ostentacion, el hombre, identificado con la desgracia, hubiera seguido resignadamente su carrera, mientras el poeta cantaba para sí y para los demás; para sí, derramando sobre su alma tan lacerada el bálsamo del arte y para los otros añadiendo una obra mas á la colección de las suyas, que tantos ratos de placer puro han proporcionado á sus paisanos.

Llegada la hora de su muerte, y muerto Vilinch, le habríamos llorado, lo habríamos enterrado; el Diario de San Sebastian, dado caso que entonces existiera, habría dedicado una corta y sentida necrología a nuestro poeta, y luego, al correr de los tiempos, una canción sorprendida en lábios de algun chiquillo (…) Esto hubiera pasado entonces. Hoy las cosas han cambiado.

Una infame guerra (…) destruye en flor los empujes de un alma fuerte. Un vate vascongado, personificacion de todas las virtudes, poeta y justo a la vez, cae bañado en sangre, cae con ambas piernas horriblemente destrozadas por una granada lanzada desde la batería carlista de Arratsain (…)

Vilinch cae, pues, herido mortalmente, ¿Quién es Vilinch? Un poeta. ¡Un hermano! exclaman Curros y Peris Mencheta. ¡Un hermano! exclaman cuantos escritores llevados por una árdua y dolorosa misión residen hoy en Guipuzcoa. Y El Imparcial y La Correspondencia de España dedican expresivas frases a Vlinch y los demás periodicos las copian, y conducido por la poderosa voz de la prensa, el nombre de nuestro poeta resuena en toda España.

¡Infeliz Indalecio! Tan inesperada honra le cuesta sus dos piernas. ¡Desgraciado!

(…) ¿Qué representan, en suma, sus poesías?. Para los que no son vascongados, nada (…) nuestro lenguaje, encerrado en los estrechos límites de tres provincias hermanas, ha quedado reducido a una herencia sagrada que cuidamos con avara solicitud y de la que nos mostramos y mostraremos siempre orgullosos (…) Tal es el lenguaje que ha empleado Vilinch en sus poesías, convirtiendo sus asperezas en dulzuras, hallando para sus conceptos una trabazon natural, sencilla y exenta de artificio, armonizando en bellísimo conjunto la esencia primitiva del vascuence con cierto sabor moderno de exquisita delicadeza (…) Hombre de muy poca, por no decir de ninguna instrucción, Vilinch es (…) un bardo solitario a quien la poesía se revela espontaneamente. Su falta de cultura no le impide en ocasiones ser poeta subjetivo, y merced á un instinto maravilloso entra sin saberlo en el terreno de la psicología (…) Una golondrina que vuela, las ruedas de una carreta que rechinan, un tipo ridículo que atraviesa una calle, cualquier incidente de la vida de un amigo; hé ahí los temas de Vilinch (…) Un barrendero le sugirió su obra maestra: Calegarbitzalliari (Al barrendero).

Un tipo guipuzcoano, célebre en San Sebastián, José Domingo Campaña, especie de Falstaff y Sancho Panza, sonámbulo eterno qu ese dormia tocando el tambor en las procesiones del Corpus, inspiró á Vilinch una improvisación, otra obra maestra: ‘Mando baten gañian/ Domingo Campaña/ etzijuan utzirik/ manduaren gaña, etc’.

(…) Perseguido, acosado y vencido al fin por la desgracia, en vez de llorar, rie y hace reir: prefiriendo tal vez, como Fígaro, acudir á la risa por no verse obligado á tener siempre abiertos los manantiales del llanto (…)

En Francia hubiera sido Musset; en Italia, Leopardi; en Alemania, Heine. En Madrid, por tanto, hubiera sido Becquer. En Guipúzcoa no es sinó Vilinch.

Allí, entre cuatro paredes, sus poesías se espaciarán poco, pero tendrán en cambio recuerdo mas duradero; se transmitirán de generacion en generacion. ¡Imprimirlas! ¿Para qué? Las sabemos todos de memoria.

(…) En el lecho del dolor donde te hallas postrado ¡pobre amigo mio! Tu espíritu fuerte no ha decaido un instante. ¿Qué importa una desventura mas al que tantas ha sufrído? Tu tumba no está, no, próxima á abrirse. Quizá la Providencia te reserve nuevas desgracias(…) ¡Animo Vilinch! Tu canto póstumo no ha sonado todavia. Dios es justo y guarda tus dias para que puedas cantar la terminacion de esta guerra (…)”.

 

mitoaren lehen zirriborroa

 


 

[1] Antonio Peña y Goñi (1846-1896), musika kritikari gisa egin zen ezagun, Madrilgo Musika Eskola Nazionaleko irakasle izan zen eta hainbat liburu argitaratu zituen gaiaz. Zezenketen kritikari bezala ere itzal handia izan zuen, ordea, eta euskal pelotari buruzko testugintzan aitzindari garrantzitsua izan zen La pelota y los pelotaris (1892) liburuarekin. Kolaboratzaile izan zuten medioen zerrenda amaitezina da.

Bilintxen laguna zen eta hainbat testu idatzi zituen bere inguruan. Baita rapsodia bat konposatu ere.

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